Todos recordamos la noticia que surgió durante la “Operación Malaya” que informaba que en uno de los domicilios de uno de los imputados se había hallado una obra de Joan Miró decorando el cuarto de baño. El hecho causó una gran polémica, en la que los detractores afirmaban que era muy pretencioso poseer un cuadro de un autor de tanta importancia decorando una estancia tan fría como el lugar de aseo.
Sin embargo, el uso de estos elementos decorativos en esta estancia de la casa que suele tener tan mala fama ha ido ascendiendo, en parte porque se ha olvidado eso de que se pueden estropear a raíz de los vapores y la humedad que se genera en el día a día. Algunas técnicas de decoración ya los consideran imprescindibles para dar ese toque personal al servicio y sorprender a las visitas.
Una de las más reconocidas es el Feng Shui, una filosofía de origen chino que actúa en la ocupación consciente del espacio. Afirma que el baño debería estar en el exterior del hogar, por ser un lugar en el que la energía se escapa debido al agua y a la frialdad. Pero como en los tiempos actuales eso no es posible, han tenido que adaptar su teoría. Para evitar la sensación de humedad abogan por el uso de luces, plantas y cuadros. Estas piezas aportan esa calidez de la que carece la habitación, de modo que conseguimos un aspecto más personal y con una energía más positiva.
Esa humedad de la que hablamos no destruirá la obra, puesto que ésta debe estar perfectamente sellada y enmarcada, de manera que el agua o vapor no tenga la más mínima oportunidad de penetrar en ella. Para colgarlos en el frágil azulejo las mejores opciones son los cuelga fáciles y los adhesivos, puesto que el taladro podría prepararnos un enorme destrozo.
Por último, ya sólo te queda elegir el motivo que vas a elegir. El Feng Shui nos dice que debemos poner motivos vivos o animales, pero cuando pones un cuadro siempre debes dar tu toque personal, por lo que puedes optar por elementos atrevidos y vanguardistas, obras antiguas o una colorida lámina sencilla.